¿Vas a la cocina y cuando llegas olvidas a qué ibas?

¿No puedes leer un libro porque te dispersas y terminas pensando en otra cosa?

¿Buscas tus lentes y cuando te das cuenta, los tuviste siempre sobre tu cabeza?

Si es así, tienes algunos rasgos del trastorno de déficit de atención.

OJO 

Y SE PUEDEN AGRAVAR

Te dejo una lista para que los evalúes mejor:

  • Dificultad para prestar atención a detalles.
  • Evitar tareas que requieran esfuerzo mental.
  • Tendencia a perder objetos necesarios.
  • Olvidos en actividades cotidianas.
  • Intervenir en conversaciones ajenas.
  • Dificultad para seguir instrucciones.
  • Dificultad para organizarse y falta de atención en tareas.
  • Tendencia a distraerse fácilmente.
  • Dificultad para mantener el enfoque en tareas largas.
  • Cometer errores por descuido.
  • Dificultades en la planificación.
  • Problemas en la gestión del tiempo.
  • Dificultades en la memorización.
  • Cambios frecuentes de actividad.
  • Problemas para completar tareas.

Eso sí, los síntomas pueden variar de persona en persona.

Pero, desafortunadamente el TDA te llevará aún más lejos del orden si no es tratado, ocasionandote una falta de control en acciones cada vez más sencillas.

Por ejemplo:

Puedes llegar a tener una gran dificultad para concentrarte en tareas importantes como preparar alguna receta y hasta manejar tu carro.

O si tienes un bebé olvidarás dónde lo dejaste o te preguntarás si le diste de comer o no. Imagínate. 

Puedes estar navegando en aguas muy peligrosas y no te has percatado de lo abismal del problema.

Aunque no lo creas puede conducirte a una terrible frustración.

Llegando al punto de quebrantar tu autoestima y conducirte a una agobiante depresión.

Sin embargo, no todo está perdido, la terapia psicológica tiene esas herramientas que necesitas para lidiar con todo esto.

Tendrás la oportunidad de controlar tu día, aprendiendo a vivirlo plenamente.

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